lunes, 7 de marzo de 2016



[Sobre el Áuragos]

<< No fueron mis monstruos los que me hicieron tajante en las vidas que me rodean: fue mi paciencia la que mantuvo a los monstruos que tenía cerca. Y a los que creía cercanos.

Y tras tiempo de ser reído a espalda uno es cansado y aguanta poco.

Nace entonces la mejor versión de uno mismo: surge un selector.

Éste, que es acaso indicio de entender que la vida y la evolución concierne no solo a instintos sino a decisiones, de azar también bordado en los genes, hace próspero lo que queda del pecho. Porque a uno fácilmente lo timan del cardios con palabras bonitas y falsos gestos. O sin ellos.

Uno a veces es mejor en sus cosas, donde siempre lo quieren, que en las de otros, donde quizás nunca había sido invitado. Y yo tenía muchxs estimadxs. Pero pocxs queridxs.

Y cada vez me quedo con menos. Y no me disgusta. Asusta, tampoco miento, quienes acabo mandando largar. Lxs creía propixs. Y en alguno más que en otrx deposité grave confianza.

Pero no mando yo.

Emperatrón escucha siempre de cerca. Y sabe qué se le quiere decir sin necesidad de articular palabra.

A veces mira, otras vigila. Y entiendo todo en silencio.

Al fin y al cabo, eterno, faltarme la gracia, la ilusión o la sonrisa siempre es un billete de ida, sin regreso, lejos de donde alcanzo los abrazos. O la risa. O el beso en la frente. Aunque sea de despedida. Pero de despedidas limpias nunca sobran los corazones.

Aunque sí se amargan y pudren con lo contrario. Y es entonces cuando se enfada la memoria.

Me estoy haciendo inerte por dentro. No es vacío, es menos risueño. No es miedo:

Es falta de miedo.

Y no le tengo miedo.

Me gusta cuando me hago frío.

Porque a todos les gusta el calor cuando se tiembla. Pero no cuando marcha el sol en su sitio.

Y estoy harto de muchas cosas, de obvias, y de muchos.

No tengo ninguna prudencia ya a la hora de arrancarme alguien de en medio.

No la tengo.

Me gusta en lo que me estoy convirtiendo. Soy el producto de mi selector y mis seleccionados.

Yo me quedo ubicuo y firme.

Y ustedes pueden irse por donde volvieron. Que el contrato lo han redactado cuatro.

Y yo se lo firmo sin mirar.

Que el paisaje espejo de los ojos está para quien lo devuelve sincero.

Y el cariño...

Para quien lo guarda consigo.

Y lo ofrece atento de vuelta >>

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