domingo, 13 de marzo de 2016


[Sobre el Maestro de los Relojes Dormidos]

"Tus siervos los zéphyros fueron hábiles en la órbita, antiguo adversario. Pero no habrá motivo ni fuerza que detenga a este enfermo, a éste que ha visto mil sistemas y un millón de lunas bailar hundidas y muertas en la sombría interperie. 


Tú, Sabio de los Mil Chrakkras, tú que deambulas silencioso por entre cañones y valles destrozados y trazados por tu piel tallada en roca. 


Tú que navegas la tierra y el agua como un gigante sepultado en los túneles del mundo, vibrando voces extrañas excavadas en la arena más escondida. 


Tú que emanas eones de tiempo adornados por los fantasmas y bestias de estos bosques de ciénaga, pantano y manglar. 


Tú que te deslizas como un nombre prohibido en el beso de dos labios olvidados y dos corazones imposibles. 


Tú, vas a darme las respuestas que busco y que alojas en tus entrañas y vísceras más profundas, allá donde acaban los brazos de estos gruesos sauces y robles. Sabio ciego, sordo y mudo, que te adoran como un dios ancestral, un padre de selvas y mares y una madre de criaturas siniestras y sinuosas. 


Tú, masivo eco de anguila y raíz y titán de escama de hoja y membrana, híbrido de piedra lisa y vapor áspero y pesado. 


Tú vas a desvelarme los secretos más oscuros del plasma negro que guardo en la más envenenada bodega y que sospecho nutre tus venas. 


Habla o ahondaré en tus pellejos troceando la carne con la enferma ansiedad, la psicótica perversión y la deleznable crudeza que me alimentan y que al mismo tiempo llevan trescientos doce años matándome de hambre.


...


Emerge del seno de esta gruta, Sabio de los Mil Chakkras, pues los espectros de estas aguas saben ya que encontré la puerta a la médula de todos tus huesos".


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